El miedo a la vejez



por Bernardo Stamateas

En nuestra cultura la vejez tiene mala prensa. Vejez es igual a soledad, a enfermedad, a muerte. Cuando éramos chicos nos asustaban con “el viejo de la bolsa”; no decían “el joven de la bolsa”, porque el malo es el viejo, no el joven. En los cuentos las brujas son viejas feas y malas, y las hadas son jóvenes y lindas. En otras palabras, juventud es sinónimo de belleza y vejez, de fealdad.



Veamos algunos mitos y estereotipos sobre la vejez:

• “Perder la juventud es perder todo”. ¡Falso!, porque, ¿en qué etapa de la vida tuvimos todo? ¡En ninguna! O ¿en qué etapa fuimos ciento por ciento feliz? ¡En ninguna! Cuando miramos hacia atrás solemos idealizar a los jóvenes, pero ¿te acordás el sufrimiento de la adolescencia? La vejez no es el fin de la vida, el fin de la vida es la muerte, la vejez es solo una etapa más. El problema está en que nunca vamos a anclar en ninguna etapa de nuestro pasado. Hay personas que añoran su infancia, su adolescencia o su juventud porque dejaron el ancla ahí. Lo cierto es que tenemos que levantar esa ancla, porque la vida continúa, y ninguna etapa es más linda que otra, todas tienen su encanto, y nuestra tarea es descubrirlo para así poder disfrutar.

• “La vida comienza a los cuarenta”. ¡Falso! La vida empieza cuando nosotros queremos que empiece. Existen personas que se murieron antes de morirse, hay otras que todavía no empezaron a vivir, porque la vida no empieza a los cuarenta o a los cincuenta sino cuando tenemos sueños y proyectos, y trabajamos por ellos.

Cuando tenemos treinta miramos al de veinte y decimos: “¡Qué joven es el de veinte!”; cuando tenemos cincuenta miramos al de cuarenta y decimos: “¡Qué pibe es el de cuarenta!”. ¡No tenemos que mirar hacia atrás sino para adelante!

• “La vejez te pone feo”. Hasta los treinta años, la cara que tenemos no es nuestra responsabilidad, pero después de los treinta, sí. Todas las emociones después de los treinta van a dejar huellas en la cara. Pero cuando miramos a la gente joven, también vemos que no todos son hermosos. La vejez no es sinónimo de fealdad, porque hay gente joven que en su rostro muestra el dolor y el enojo que ha acumulado en los pocos años que lleva de vida.

Necesitás saber que no importa la edad que tengas, lo verdaderamente trascendental es hacia dónde vas. Con el paso de los años tu personalidad no se destruye, se pule. ¿Qué habrá a los cuarenta años? Recursos y revancha. ¿Qué habrá a los cincuenta? Recursos y revancha. ¿A los setenta? Recursos y revancha. ¿Y a los noventa? Recursos y revancha. Sin importar la edad, debemos ir detrás de nuevas estrategias y oportunidades para revertir ese error o fracaso del pasado. ¡Mientras haya vida, estamos a tiempo!

Publicado en www.presenciadedios.com

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