Dos modelos de liderazgo



Por Bernardo Stamateas

Nuestras raíces latinoamericanas provienen de una "mentalidad de caudillo". Alguien con este tipo de mentalidad, por lo general, tiene una personalidad fuerte y tiende a decirle a todo el mundo lo que tiene que hacer. Nuestra cultura está influenciada por el modelo griego, según el cual existe gente que nace "para liderar" (amos) y gente que nace "para ser liderada" (esclavos).



Si bien esta idea impregnó nuestra sociedad occidental, el modelo sano para el ser humano, tanto para el varón como para la mujer, es el de dominar, gobernar y multiplicarse. Es decir, que ambos sean alfas. El término alfa se aplica al líder de una manada de animales. En astronomía, es la mayor estrella de la constelación. También es la primera letra del alfabeto griego.

Ser alfa es sinónimo de estar arriba, de ser cabeza. ¿Cómo surge un alfa en un grupo? Básicamente por dos factores: la propuesta de él mismo o ella misma, por empatía o por seguridad, y la aceptación del grupo. Las dos cosas tienen lugar casi de manera simultánea.

En el modelo del caudillismo, cuando alguien se levanta con características de liderazgo, le "cortan la cabeza" y, como resultado, nadie más asoma la suya. Aun tratándose de un buen caudillo, este estilo de liderazgo nunca es beneficioso.

Los Caballeros de la mesa redonda del rey Arturo se reunieron para decidir quién conduciría a los líderes de la nación. Entre todos esos líderes eligieron a un alfa que se convertiría en "el alfa de los alfas". Su tarea consistiría en liderar a la nación sin aplastar jamás a otro líder, sino ayudando a que se levantaran más alfas. Dicho modelo, que alguien podrá cuestionar, llegó a Inglaterra y les permitió a los ingleses conquistar el mundo. Los estadounidenses tienen el mismo modelo de liderazgo. A diferencia de nuestra América latina, donde el modelo del caudillo que da órdenes llegó hasta las instituciones y las empresas. Cuando en una empresa alguien se levanta contra el jefe, por ejemplo, se suele decir que "le quiere serruchar el piso".

Dos ejemplos de líderes alfa que buscaban formar otros líderes alfa son Bernardo Houssey (premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1947) y su discípulo Luis Leloir (premio Nobel de Química en 1970). De ellos salieron otros líderes alfa que son brillantes en su especialidad. Un líder alfa que es seguro de sí mismo siempre buscará rodearse de los mejores para empoderarlos; mientras que un líder alfa inseguro de sí mismo se rodeará de betas y no formará a otros, en un intento por retener su liderazgo, por miedo a perder autoridad.

Liderazgo es una actividad. Caudillismo es un título, razón por la cual el caudillo usa frases tales como: "Me nombraron"; o "llegué a la cima".

Diferencias entre líder y caudillo

El caudillo: Su único objetivo es él mismo. Planifica en el ahora, no ve más allá. Se siente eterno y omnipotente. Su herramienta es dar y tomar. Tiene adherentes y se mueve con el temor y el premio. Cuando él se va, la gente se va a otro grupo y la tarea se cae. Cuando él no está, deja a alguien de su confianza o permite que los demás se peleen entre ellos. Compite porque para él es "todo o nada". Ofrece un botín que puede ser material o simbólico (estatus, poder, etc.).

El líder:

Su objetivo es el crecimiento del grupo. Planifica en el ahora pero también ve más allá. Sabe que tiene principio y fin. Su herramienta es educar: enseña a otros a liberar su potencial. Tiene equipo y trabaja con las capacidades propias y ajenas. Cuando él se va, todo sigue funcionando a la perfección porque formó otros líderes. Cuando él no está, un líder formado se ocupa de la tarea. Comparte porque sabe que a veces se gana y a veces se pierde. Ofrece un sueño, un proyecto, un futuro.

Quienes siguen al caudillo no son engañados, como uno podría pensar, sino que lo buscan por conveniencia, por alguno de estos tres motivos:

Por el botín que les ofrece. Por el temor de ser castigados. Por la seguridad que les brinda (falsa).

A pesar de que el liderazgo se trata de un servicio a los demás, muchos recurren al maltrato en la primera oportunidad que tienen. ¿La razón? Porque estamos inmersos en 200 años de historia influenciada por caudillos con un gran carisma que seducen a su gente, y esa es la manera en que aprendimos a dirigir y a ser dirigidos. Pero cada uno de nosotros nació con la capacidad de liderarse a sí mismo, de liderar a otros y de multiplicar su liderazgo.

Parte II:

Con mucha alegría recibí los comentarios sobre la nota que compartimos la semana pasada. De manera que continuamos con el tema sobre las principales características de ambos estilos de liderazgo. Todo caudillo tiene como único objetivo tener poder, razón por la cual se rodea de seguidores obsecuentes. No trasmite legado porque no forma a nadie, ya que se siente eterno. Les da todo servido a los demás y por lo general compite con otros.

En cambio, un verdadero líder persigue una meta común, para lo cual construye equipo y habla siempre con el "nosotros". Planifica a largo alcance pero procura multiplicarse en otros. Hace que todos trabajen y suelten su potencial. Todo lo que tiene lo comparte con otros.

¿Qué otras características posee el líder que lo diferencian del caudillo?

Disfruta estar con la gente. Se lo puede comparar con los leones, que son gregarios y se mueven en manadas. Al líder alfa (macho o hembra) le gusta estar en grupo. El tigre, en cambio, es solitario. Necesitamos abandonar la mentalidad de tigre, que es la del caudillo y dice "solo yo".

Cuida a su grupo. Si el líder alfa no cuida la manada, esta lo expulsa porque es la que le da autoridad. El león cuida los intereses de la manada, no solo lo suyo. Todo buen líder tiene que interesarse en su gente y saber lo que les sucede. Y, al igual que lo hacen los animales, tiene que marcar territorio. Motiva a su grupo. Para motivar se necesita agresividad, que no es lo mismo que violencia. Ser agresivo es ser fuerte. A un líder sin fuerza, el grupo lo eyecta. Fuerza es sinónimo de iniciativa, de movimientos rápidos.

Procura lograr cosas nuevas. El líder desafía al grupo y lo conduce al crecimiento y el avance porque tiene visión. Si no le agrega una novedad a lo que está haciendo, jugará a no perder y retener lo que tiene. Tal actitud lo lleva a sofocar todo intento de alguien por levantarse como líder alfa. La única manera en un líder pueda armar un equipo es teniendo siempre algo nuevo por delante. ¿Cómo puede sumar puntos el líder?

En primer lugar, demostrando cómo se hace. Un buen líder toma a alguien y lo coloca de ejemplo, es decir, que les muestra a los demás cómo se deben hacer las cosas. Siempre tiene una actitud positiva y felicita en público a quien hace algo bien: "¡Qué bien hiciste esta tarea!", dirá por ejemplo, en lugar de mencionar lo que no se debe hacer.

Un buen líder no felicita siempre a la misma persona. ¿La razón? Esto puede genera envidia entre los demás u orgullo en quien es felicitado de manera reiterada.

Otra manera de ganar puntos es tener un currículum de batallas ganadas. Esto significa que el líder muestra sus luchas pasadas y cómo es posible superarlas. Si no lo hace, la gente sentirá que no tiene capacidad para liderar.

Algo fundamental para todo líder es tener una buena estima. Quien lidera y tiene seguridad en sí mismo, no necesitará ganarse a los demás, ni exhibir sus logros, ni seducir, ni ser extremadamente simpático. Quien lidera y tiene humildad (disposición a aprender) no se sentirá cuestionado por el accionar de otros, pues su liderazgo estará basado en quién ES, no en lo que HACE. Por eso, si en alguna oportunidad siente inseguridad, será capaz de reconocerlo y no tendrá inconveniente en pedir ayuda. Lo peor que podemos hacer es tapar nuestra inseguridad y carecer de autocrítica.

Un líder de excelencia acostumbra cuidar mucho la palabra y se compromete con lo justo. También sabe cómo comportarse en una discusión, fundamentalmente que no tiene que mezclarse con las chicanas de los demás, sino volver siempre al tema en cuestión. Así es como logra construir el diálogo de modo inteligentemente, sin perder tiempo.

Publicado en La Nación

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