Alfabetización Emocional



Por Lyn Alba de Juarez

La raíz etimológica de la palabra emoción es latina: emotio, que se deriva del verbo emovere y significa hacer mover. Es por eso que una emoción nos saca de un estado neutral de serenidad y nos impulsa a movernos.



Si las emociones son nuestro motor ¿por qué no ponerles más atención para ir en la dirección correcta y a la velocidad adecuada?

En ocasiones es más fácil que los demás nos hagan notar nuestras reacciones en vez de percatarnos de ellas personalmente. Cuando eso ocurre es porque no tenemos el hábito de vernos a nosotros mismos. Si nunca accedemos a las fuentes de nuestra conducta, que son las emociones y los pensamientos que las acompañan, es posible que se vayan acumulando y en algún momento esas emociones a las cuales no hemos hecho caso pero que han estado ahí, aparezcan abruptamente en forma o intensidad inesperadas.

Byron Stock nos recomienda preguntarnos varias veces al día “¿qué estoy sintiendo?” no “cómo me siento”, sino qué estoy sintiendo. Y ahí se nos presenta otro obstáculo, tenemos un vocabulario limitado para describir emociones o sentimientos. Si nos va bien, nos quedamos en triste, contento, enojado, “sacado de onda”.

A veces es difícil incluso reconocer si nos sentimos frustrados o enojados; asustados o preocupados; avergonzados o amenazados; y así, cómo poder actuar en consecuencia. Otras personas pueden vernos enojados y en realidad estamos abrumados de pendientes. Pueden percibirnos tristes y a lo mejor estamos aburridos. Si nos damos a la tarea de alfabetizarnos en este tema, es más probable que aprendamos a expresar lo que realmente sentimos. En el trabajo, si me siento insegura por una información que voy a entregar y no lo expreso verbalmente, mis colegas pueden captar que estoy molesta y alejada. Provoco lo contrario a lo que necesito, que es ayuda y acompañamiento.

Por eso las emociones son públicas, las demás personas me “leen” y tal vez de manera inexacta. Los pensamientos son privados y los tengo que verbalizar.

Aquí: la Rueda de las Emociones, traducida por Consulri, diseñada por la australiana Kaitlin Robbs, profesora de inglés, para la descripción de personajes en literatura. ¿Y si la usamos para aprender de nosotros mismos y expresar con mayor precisión lo que sentimos?

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