“Cuidate”, “nada”..

Normalmente, es la juventud la que modifica el lenguaje. Con la idea de crear un código propio que los identifique, los jóvenes arman su propio idioma, con expresiones que significan otra cosa que la acepción literal u original. Después, los adultos que quieren parecerse a los jóvenes, los copian mal, tergiversan el sentido que éstos le dieron y así difunden las nuevas palabras o expresiones por el resto del espectro social.

“Cuidate” y “nada” son dos de esas voces que se han puesto de moda, con un significado distinto al original, que expresa muy claro al inconciente colectivo actual.



“Cuidate” se dice la gente cuando se despide, como un saludo, en lugar de “suerte”, “que estés bien” o “Dios te bendiga”.

“¡Cuidate..!” ¿De quién? ¿de qué? “Cuidate” equivale a “no tomés riesgos”, “desconfiá de todo y de todos”, “no le creas ni a tu sombra”, “no es para vos”, “andá a lo seguro”, “no sueñes”, “no te ilusiones”, “no proyectes”, “quedáte en el molde y dejate de joder…”. No molestes.

“Nada” es utilizado como una muletilla, al comenzar una respuesta. A veces, frente al inconsistente comodín “¿qué onda?” utilizado para consultar sobre estados de ánimo, perspectivas sentimentales, chances electorales o futuros laborales.

En un sistema político, económico, social y cultural que nos invita a entrar en vacíos continuamente, impidiendo saber para qué hacemos lo que hacemos, “nada” es una respuesta simbólica, con un fortísimo poder de síntesis.

Esa “nada” surge todo el tiempo. Es fuente de adicciones y alteraciones emocionales. “Nada” es lo que muchos tienen en su corazón, en su mente, en su futuro. “Nada” es lo que hacen para cambiar, para alcanzar sus sueños, para saltar de nivel.

“Nada” es lo que les queda de las relaciones interpersonales, en las que –obedientes- se “cuidaron” de involucrarse o comprometerse.

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